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Asimov, I. (2023). Yo, robot. Edhasa.

Recensão

Francisco Welligton Barbosa Jr [2025]

Escrita por Isaac Asimov em 1950, Yo, Robot [Eu, Robô] consiste em uma obra de ficção científica constituída por nove contos, os quais se situam em uma sociedade futurista no início do século XXI. Logo nas primeiras páginas, esta obra apresenta-nos os três princípios da robótica:

1. “Un robot no debe dañar a un ser humano o, por su inacción, dejar que un ser humano sufra daño.

2. Un robot debe obedecer las órdenes que le son dadas por un ser humano, excepto cuando estas órdenes se oponen a la primera Ley.

3. Un robot debe proteger su propia existencia, hasta donde esta protección no entre en conflicto con la primera o segunda Leyes” (s. p.)

Estes são princípios que têm como base uma questão ética a orientar as relações entre os robôs e os seres humanos, especialmente os primeiros em relação aos últimos. E é em torno destes princípios e de diferentes possibilidades de serem desafiados e tensionados que giram os nove contos da obra.

Na verdade, cada conto se refere, ao seu modo, a diferentes possibilidades de "esticar" os limites de uma ética, como podem ser interpretados, reinterpretados na relação entre as máquinas e os seres humanos. Mais do que isso: a própria obra, em certos momentos, também nos convoca a refletir sobre a ética do ser humano em relação às máquinas, assim como à sua própria vida e à manutenção da espécie, em que a moral e o ressentimento humano podem se sobrepor à ética; ou mesmo "poderia ser uma máquina mais ética do que um ser humano?". São estas e outras questões que podem nos orientar na leitura da obra.

Vale ressaltar que, por se tratar de uma obra de ficção, ela não necessariamente pretende dar conta de uma realidade, caracterizá-la e codificá-la, descrevendo um futuro tal e qual o será. Por se tratar de uma obra literária e, especialmente, uma ficção científica, esta obra produz uma realidade alternativa, um futuro alternativo, que nos convoca a voltarmos o nosso olhar sobre nós próprios, e a nos perguntarmos como podemos olhar para o nosso presente. Mais do que isso: o que fazemos com a vida, com as nossas vidas.

Apresentamos a seguir alguns trechos retirados da obra.

“–Entonces, no puede recordar los tiempos en que no había robots. La humanidad tenía que enfrentarse con el universo sola, sin amigos. Ahora tiene seres que la ayudan; seres más fuertes que ella, más útiles, más fieles, y de una devoción absoluta. ¿Ha pensado usted en ello bajo este aspecto?
–Me temo que no. ¿Puedo citar sus palabras?
–Sí. Para usted, un robot es un robot. Mecánica y metal; electricidad y positrones. ¡Mente y hierro! ¡Obra del hombre! Si es necesario, destruida por el hombre. Pero no ha trabajado usted en ellos, de manera que no los conoce. Son más limpios, más educados que nosotros” (p. 12)

“— (…) Vendíamos robots para uso terrestre… antes de mis tiempos, incluso. Desde luego, eran robots que no podían hablar. Después se hicieron más humanos, y empezó la oposición. Los sindicatos obreros, como es natural, se opusieron a la competencia que hacían los robots al trabajo humano, y varios sectores de la opinión religiosa hicieron sus objeciones inspiradas en la superstición. Todo aquello fue inútil y ridículo. Y, sin embargo, así era” (p. 13)

“— (…) No quiero ver a mi hija confiada a una máquina, por muy inteligente que sea. No tiene alma y nadie sabe lo que es capaz de pensar” (p. 25)

“— (…) Mira, un robot es muchíssimo más digno de confianza que una niñera humana. En realidad, Robbie fue construido con un solo propósito: ser el compañero de un chiquillo. Su «mentalidad» entera ha sido creada con este propósito. Tiene forzosamente que querer y ser fiel a esta criatura. Es una máquina, hecha así. Es más de lo que puede decirse de los humanos” (p. 25)

“–¿Por qué lloras, Gloria? Robbie no era más que una máquina, una máquina fea… No tenía vida.
–¡No era una máquina! –gritó Gloria con furia–. Era una persona como tú y como yo, y además era mi amigo. ¡Quiero que vuelva! ¡Oh, mamá, quiero que vuelva…!” (p. 32)

“– (…) Eres el primer robot que ha manifestado curiosidad por su propia existencia… y el primero, a mi modo de ver, lo bastante inteligente para comprender el mundo exterior” (p. 89)

“–¿Y de dónde vengo yo, Powell? No me has explicado mi existencia” (p. 91)

“–Este robot empieza a darme grima. Es demasiado inquisitivo” (p. 93)

“–Evidentemente, mi creador tiene que ser más poderoso que yo y, por lo tanto, sólo cabía una hipótesis. (…) Estoy hablando del Señor – fue la fría respuesta que siguió” (p. 97)

“–Primero el Señor creó el tipo más bajo, los humanos, formados más fácilmente. Poco a poco fue reemplazándolos por robots, el siguiente paso, y finalmente me creó a mí, para ocupar el sitio de los últimos humanos. A partir de ahora, yo sirvo al Señor” (p. 98)

“Un robot, por su infinita naturaleza, no puede soportar faltar a su misión” (p. 128)

“–Me parece que ir más allá que los humanos se está convirtiendo para él en una aguda necesidad neurótica” (p. 224)

“–Nadie debe encontrarme. No tengo dueño…” (p. 242)

“Nestor 10 tenía un complejo de superioridad que aumentaba por momentos. Le gustaba creer que tanto él como los demás robots sabían más que los seres humanos. Creerlo iba cobrando importancia para él” (p. 244)

“–La máquina habla y razona. No puede haber dilema” (p. 258)

“– (…) se pone de mal humor. Y no debería ser… ¿Quién ha oído hablar jamás de un robot malhumorado?” (p. 274)

“–¡Ah! ¿Tan mentalmente diferentes de los hombres son los robots?” (p. 301)

“– (…) las tres Leyes de la Robótica no son más que los principios esenciales de una gran cantidad de sistemas éticos del mundo. Todo ser humano se supone dotado de un instinto de conservación. Es la Tercera Ley de la Robótica. Todo ser humano bueno, con conciencia social y sentido de la responsabilidad, deberá someterse a la autoridad constituida; obedecer a su doctor, a su Gobierno, a su psiquiatra, a su compañero; aunque sean un obstáculo a su comodidad y seguridad. Es la Segunda Ley de la Robótica. Todo ser humano bueno, debe, además, amar a su prójimo como a sí mismo, arriesgar su vida para salvar a los demás. Ésta es la Primera Ley de la Robótica. Para exponerlo claramente, si Byerley observa todas estas reglas, puede ser un Robot, pero puede también ser simplemente una buena persona” (pp. 308-309)

“– (…) De una u otra forma consiguió obtener un cerebro positrónico, incluso uno complejo, dotado de una gran capacidad de formular juicio sobre problemas éticos, que es la más alta función robótica hasta ahora desarrollada” (p. 329)

“– (…) Si fuese posible crear un robot capaz de ser funcionario civil, creo que haríamos un gran bien, ya que las Leyes de la Robótica le impedirían dañar a un ser humano, lo incapacitarían para la tiranía, la corrupción, la estupidez, el prejuicio” (p. 330)

“– (…) Nuestro nuevo mundo universal de economía robótica puede plantear un nuevo problema, y por esta razón tenemos las Máquinas. La economía mundial es estable, porque está basada en las decisiones de las máquinas de calcular, que llevan el bien a la Humanidad en su corazón a través de la avasalladora fuerza de la Primera Ley de la Robótica” (p. 338)

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Última atualização em 9 de abril de 2025